Songs of the Soul


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jueves, septiembre 22, 2005

The end

Tu ventana, soy la mascara que aguarda tras el cristal de tu alcoba, el rostro de marmol que derrama eternamente una lagrima de cal, triste es la melodia que guarda los latidos que prometi, dejo en las teclas de tu silencioso piano el crepitar de mi añoranza, pues, tras el vidrio te observo, soñando, deseo el sabor de tu beso, el aroma de ayer en tu pelo, es rota imagen de ojos negros que lloran, amargo desaliento de amanecer invernal, aguardar una fugaz mirada, el recuerdo de quien quedo colgado en la niebla, a la altura de tu recamara, observando aquellas sabanas, fieles testigos de almohada y pasion, es que espero, una mascara de gris claro marmol, llorando sal.

sábado, septiembre 10, 2005

Triste historia de amor

Es la historia del triste amor. Cruce incierto de dos corazones destinados a quizas jamas hallarse, o para dar tema a los filosofos eunucos, destinados a hallarse y perderse, cual fuera peor destino, solo los corazones rotos lo saben.
Nacido de bruma y lagrima, hijo de madre esclava y sin padre, flagelo del ruiseñor aquella noche de nacimiento.
Cita la luna que en la espesura de un bosque marchito, dos seres danzaban tristemente por entre las secas ramas, guiados por el sonido de un rio, muerto hace tiempo, de cause maldito o simplemente jugueton, mañana lo diran quienes hallen donde este bese al mar. Como decia, a tientas, pues la oscuridad lamia repetidamente con fria saliva sus ojos, a ciegas tientas, ambos avanzaban, hacia donde el silencio se eregia amo, donde los pasos dejan su estrepitoza melodia, èl sintio crujir el suelo proximo a su espalda, atemorizado de las bestias que la noche deja libre corrio hasta unos arbustos, ella, asustada puesto que su boca habia olvidado como hablar y sus ojos nada le brindaban creyo oir como algo corria muy cerca suyo, aterrada, huyo, hacia unos arbustos.
En la plenitud de la oscuridad dos corazones latian, y avergonzada de su silencio la luna atestiguaba su latir, hace tiempo el rio no deja sus aguas en busca de ese beso prometido, hace tiempo los amantes se pierden en el bosque marchito, presa de sus corazones, hay un nido donde los ojos han dejado sus lagrimas, una por cada noche de soledad.
Es cuando la tristeza acabo de embargarlo, que èl se puso de pie y comenzo nuevamente a andar, ella oyo esos pasos, tan suaves, tan gentiles, y quiso gritar, llamar a ese ser que danzaba como ella entre las secas ramas, fue ella y su timida boca quienes siquiera un pequeño lamento pudieron engendrar, èl camino sin cesar, buscando lo que siempre habria de buscar, una compañera eterna a quien amar, ella continuo sus dias y noches, ciega y muda en aquel bosque, aguardando al ser de suave andar.