Songs of the Soul


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domingo, marzo 27, 2005

Los muertos se quedan solos

Alguien se ha quejado alguna vez de perder todo lo que le importa¿?, no solo una vez, no dos, sino todo aquello que le importa. Se levanta, ha sido herido en el pecho, mira como atontado un puñal que besa su piel y lo penetra como una rosa de plata que gotea su vida, pero se levanta, aun quedan fuerzas.
Halla de nuevo el calor del cariño, son ojos, caricias, palabras, y el se siente calido, el pecho escupe su amante cruel, profundo en el estomago se siente cierta extrañez, el alma quiere escapar y jugar con todas las otras, el cuerpo anda cubierto por un motivo, no hay frio, no hay dolor.
Pero el es de esos, de aquellos a los que el aliento se les congela pues viven de mañana, de los que siempre llegan a la puerta mojados pues llovia cuando estaban en la calle, de esos que toman la rosa que ya estaba marchitandose en el rosal. Y como es asi, todo muere, las almas desaparecen como las sombras bajo el sol, como las hojas en el invierno, la sensacion del estomago se hace vacio, una espiral decreciente interna.
Despierta con los ojos humedos, en el suelo sucio, cubierto de barro y sangre, algo incomoda, en la oscuridad acaricia su vientre para hallar que le molesta, y ahi esta, su amante de plata, penetrandolo como vulgar violador.
Pero se levanta y camina, se tambalea, la mente se aturde y grita en blanco un chillido desgarrador, luego se tranquiliza y continua, en su pecho la cicatriz que permanecia en silencio vomita un sentimiento amado, sus manos intentan retenerlo pero se escurre por entre sus dedos como gotas de cristal, caen al suelo y se olvidan a si mismas, el mira por el hueco que le observa tambien, silencio y soledad.
Al alba una mano extraña lo saluda, se acerca y acaricia maternalmente, baja por su vientre hasta el cuchillo que lo habita y gentilmente, casi imperseptiblemente lo despoja del metal. Su ciclo se repite, confia y olvida el dolor, todo es nuevo, no existe el frio, solo manos suaves y perfumadas en lino, besos de seda, compañia eterna. Pero toda alba halla su ocaso, asi como el sol jamas alcanza a ver la luna, y es en el ocaso cuando las manos se pierden,
cuando la risas se callan, cuando los ojos se cierran.

Mira al cielo, desde el suelo, sus colores cambian pero el ya no recuerda el azul o el verde, incluso el amarillo es desconocido, tal vez en fotos errumbradas lo vea de nuevo y lo pase por alto, quien sabe.
En su alma una daga que lo sujeta al piso, con gran esfuerzo se levanta, dejando su alma atada al suelo de un extraño paraje desolado, uno del cual olvidara su locacion y en el su alma.
Con los ojos perdidos, el corazon livido, como tonto, un hombre muerto camina sin razon, solo porque quizas en algun lugar todas sus manos lo esperan, junto a las hojas del otoño bañadas en calido aliento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como siempre tu poemas me deslumbran, a ver cuando me dedicas uno para mi, eso si, alguno que no me haga desear matarte al segundo siguiente, aunque ahi ya pasarias a ser un burdo miguel angel que pinto lo que le pagaron por pintar, ya estoy volando de vuelta
Con respecto a como te definiria, uhmmm no se, no quiero decir algo que desacredite esta fama de chico triste y solitario que tratas de mostrar
Conclusion de este mensaje? un mensaje sin sentido pero con mucho cariño