Tras la caída de las murallas, el ruido del fuego lamiendo la piel de nuestro hogar, el mar de guerra y sus olas de metal surcando sueños de carne que desvanecen, el clamor de los odios y las promesas que se rompen, en silencio mientras gota a gota mis suspiros van apagándose escucho tus paso desesperados, mi nombre huyendo de tus labios ensangrentados.
Las niñas lloran junto a los cuerpos sin vida, inexistentes, las aves, las flechas, el fuego lame sus piernas, y hoy por fin, odio mi mudez, cuando te escucho pasar sobre mi celda, gritando una y otra vez, mi nombre.
El paso de marcha, ojos que caen al suelo y en el camino, prisioneros de su destino, duermen, rojos, fríos, eco, eco de mi saliva tibia en tu cuello, donde los leones han olvidado su rugir tu grito se hace eterno, y mi silencio pinta nuestras manos en la pared.
Ya es tarde, hoy el sol se pone cuando aun los tambores de la guerra suenan, el fuego, colmado, aun come, y los hombres, ciegos, aun mueren. Entre las motas de polvo se arrastran tus pies, llueve por última vez, mientras abrazas mi piel fría, pálida, hoy ya es tarde. Abres las puertas y sales, yo te veo, ciego, sin muerte.
Maximilien guido Sad
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1 comentario:
Un cóctel de sensaciones que transmitís, como siempre, de manera alucinante. Desparramaás por la pantalla charcos de imaginación que desesperan, que ahogan, que asfixian.
Qué mejor que lograr llegar de esa forma al lector...
Cariñso!
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